LA MUERTE DE PENTEO (LAS BACANTES, DE EURÍPIDES)
Eurípides, Las bacantes
Penteo, rey de Tebas, se niega a aceptar el culto a Dioniso entre sus súbditos. Muestra su estupor al descubrir que las mujeres de su ciudad, incluida su madre Ágave, realizan ritos orgiásticos en el monte Citerón. Encarcela al dios —que se presenta como un misterioso forastero y bajo la apariencia de un joven afeminado— e intenta aplacar con las armas a las mujeres. Dioniso, en una demostración de su poder y capacidad psicológica, logra liberarse y persuade a Penteo para que, disfrazado de mujer, contemple a las bacantes subido en un abeto, pero estas lo confunden con un león y lo despedazan. Su propia madre, dominada por el éxtasis, portará su cabeza en un tirso como una suerte de trofeo. Luego, recobra la cordura y lamenta la gravedad de sus actos.
👉Las Bacantes de Eurípides
PENTEO.— ¡No pretendas corregirme tú! ¿Quieres conservar tu libertad, ya que has escapado? ¿O tendré que volver de nuevo la justicia contra ti?
DIONISO.— Más te valía que hicieses un sacrificio, en lugar de irritarte a ciegas contra el aguijón, ya que eres un mortal contra un dios.
PENTEO.— Le haré sacrificios, y de mujeres, como se merecen, grandes sacrificios en el Citerón.
DIONISO.—Os harán huir a todos. Será vergonzoso ver los escudos de bronce retroceder ante los tirsos de las bacantes.
PENTEO.—Siento inquietud ante este impenetrable extranjero que, aunque sufra o esté libre, no guarda silencio.
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