PATRIMONIO Y FONDOS HISTÓRICOS DEL INSTITUTO

LOS EDIFICIOS DE LA FUNDACIÓN DE D. DIEGO OCHOA DE HONDATEGUI (1751-1869) 

El origen de este apellido se sitúa en tierras alavesas, en el siglo XVII. D. Diego Ochoa de Hondategui era un potente industrial lanero de la Segovia de mediados del siglo XVIII que legó en su testamento, de 5 de marzo de 1751, parte de sus bienes para la construcción de un colegio de niños huérfanos y unas escuelas en el solar donde se encuentra hoy el instituto. De estas primeras edificaciones se sabe que eran dos edificios diferenciados con un patio entre ambos. El Colegio para los Niños Huérfanos, conocido en distintos documentos como Colegio de San Diego, Colegio Hondategui o Colegio del Fundador, era el edificio principal. Se encontraba situado en las fachadas Sur y Oeste de nuestro centro, y ocuparía un espacio siempre al SO del actual patio de cristales. Se desconoce el acceso, si por la fachada Oeste, donde está el jardín, o por la Sur, frente a los arcos del Acueducto. 


Era un construcción sólida (en 1868 cuando se decide hacerlo Instituto de Segunda Enseñanza estaba en muy buenas condiciones y, de hecho, los muros de carga siguieron siendo parte estructural del edificio dedicado a Instituto). Constaba de 2 crujías, tenía 2 alturas y disponía de Salón de Actos, habitaciones para el Director, Conserje y Portero. Era amplio, según un documento de 1809, había 80 colegiales, aunque pequeño para contener un número de alumnos en torno a los 150 que daban clase en el antiguo edificio del Instituto sito en la Casa de Segovia. Disponía de agua en abundancia, pues contaba con una cerbatana del Acueducto, conducto perpendicular al monumento por donde se surtía de agua a las casas próximas. En aquella época había seis.

 Las Escuelas se encontraban en el segundo edificio. Se debió construir unos años diez años antes que el Colegio. Se situaba en la fachada Este. Aquí los alumnos recibían formación: lectura, escritura, canto, dibujo y, si tenían cualidades, se les enviaba, con dinero de la Fundación de Ochoa de Hondategui, a estudiar al contiguo Convento de San Francisco o al Seminario. El Patio interior debía coincidir básicamente con el actual Patio de Cristales. Sería un espacio de recreo para los alumnos, sin urbanizar, de barro, o, seguramente, de gneis, que es la roca que aflora y sobre la que se levantan los edificios en esta parte de la Ciudad. Este patio se empedrará al iniciarse las obras del Instituto. 

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