PERIBÁÑEZ | Casilda, mientras no puedas | | excederme en afición, | | no con palabras me excedas. |
| Toda esta villa de Ocaña | | poner quisiera a tus pies, | | y aun todo aquello que baña | | Tajo hasta ser portugués, | | entrando en el mar de España. |
| El olivar más cargado | | de aceitunas me parece | | menos hermoso, y el prado | | que por el mayo florece, | | solo del alba pisado. |
| No hay camuesa que se afeite | | que no te rinda ventaja, | | ni rubio y dorado aceite | | conservado en la tinaja, | | que me cause más deleite. |
| Ni el vino blanco imagino | | de cuarenta años tan fino | | como tu boca olorosa, | | que como al señor la rosa | | le güele al villano el vino. |
| Cepas que en diciembre arranco | | y en otubre dulce mosto, | | [ni] mayo de lluvias franco, | | ni por los fines de agosto | | la parva de trigo blanco, |
| igualan a ver presente | | en mi casa un bien que ha sido | | prevención más excelente | | para el invierno aterido | | y para el verano ardiente. |
| Contigo, Casilda, tengo | | cuanto puedo desear, | | y solo el pecho prevengo; | | en él te he dado lugar, | | ya que a merecerte vengo. |
| Vive en él; que si un villano | | por la paz del alma es rey, | | que tú eres reina está llano, | | ya porque es divina ley, | | y ya por derecho humano. |
| Reina, pues que tan dichosa | | te hará el cielo, dulce esposa, | | que te diga quien te vea: | | «la ventura de la fea | | pasose a Casilda hermosa».
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CASILDA | Pues yo, ¿cómo te diré | | lo menos que miro en ti, | | que lo más del alma fue? | | Jamás en el baile oí | | son que me bullese el pie, |
| que tal placer me causase | | cuando el tamboril sonase, | | por más que el tamborilero | | chiflase con el guarguero | | y con el palo tocase. |
| En mañana de San Juan | | nunca más placer me hicieron | | la verbena y arrayán, | | ni los relinchos me dieron | | el que tus voces me dan. |
| ¿Cuál adufe bien templado, | | cuál salterio te ha igualado? | | ¿Cuál pendón de procesión | | con sus borlas y cordón, | | a tu sombrero chapado? |
| No hay pies con zapatos nuevos | | como agradan tus amores, | | eres entre mil mancebos | | hornazo en Pascua de Flores | | con sus picos y sus huevos. |
| Pareces en verde prado | | toro bravo y rojo echado; | | pareces camisa nueva, | | que entre jazmines se lleva | | en azafate dorado. |
| Pareces cirio pascual | | y mazapán de bautismo | | con capillo de cendal, | | y paréceste a ti mismo | | porque no tienes igual.
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CURA | !Ea!, bastan los amores; | | que quieren estos mancebos | | bailar y ofrecer. |
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NOTAS
camuesa: fruto del camueso (variedad del manzano).
se afeite: se adorne.
que no rinda ventaja: que no admita tu superioridad
franco: abundante, pródigo.
prevengo: preparo.
verbena: planta herbácea con propiedades afrodisíacas.
arrayán: mirto, murto.
relinchos: gritos de felicidad.
azafate: canastillo tejido de mimbre.
capillo: paño para cubrir las ofrendas.
Acto I, fragmento cuarto: los novios declaran su amor (2). "Peribañez y el Comendador de Ocaña"
Ambos desposados, exultantes y dichosos, se prodigan piropos. Importa destacar que Lope de Vega se aleja de las manidas metáforas y nos ofrece una serie de imágenes inspiradas en la más inmediata realidad cotidiana. Como señala con gran tino Edward M. Wilson, estos dos parlamentos se alejan «del lenguaje convencional de la poesía galante del siglo XVII con sus llamas, sus heridas y sus flechas de oro, con el sol, la luna, los cielos, las flores...».
El diálogo, en conjunto, condensa la recíproca admiración de los recién casados, sin traicionar el decoro exigido, en versos de franco lirismo. Frente a las estereotipadas quejas de D. Fadrique (cuya raigambre petrarquista no admite duda), propias del hombre melancólico y enfermo de amor, aquí domina la cotidianeidad, el triunfo de la sencillez, la celebración del modus vivendi/modus amandi rural. Los símiles aluden al olivar, a la camuesa, al prado florido, al vino, a la parva de trigo, a las camisas limpias, al toro bravo, etc. Esto es, campos semánticos vinculados a la naturaleza, a la tierra, a la gastronomía, a la realidad viva e inmediata de los labradores.
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