EL AMOR DE FLORES Y BLANCAFLOR




La legendaria historia amorosa entre el moro Flores y la cristiana Blancaflor cuenta con una copiosa tradición literaria, con abundantes variantes y no pocas mistificaciones. El fragmento aquí recogido —con algunas modernizaciones textuales— pertenece a La historia de los dos enamorados Flores y Blancaflor, rey y reina de España y emperadores de Roma (Alcalá, 1512). 

Aunque es sobradamente conocida, resumamos la historia de los dos amantes. Los padres de hermosa joven, Persio y Topacia se dirigen en peregrinación a Santiago de Compostela cuando se ven sorprendidos por los moros. Estos matan al primero y apresan a su mujer, que es entregada al rey. La cristiana cautiva y la reina mora dan a luz un mismo día (en Pascua Florida) a Blancaflor y a Flores, respectivamente. Como en la historia de Píramo y Tisbe, ambos se saben enamorados desde la infancia. A pesar de la férrea oposición paterna y sus tentativas para que ambos permanezcan separados, el amor acabará triunfando.


Dice la historia que, como Topacia fue muerta, la reina hizo tan gran duelo por ella como si fuera su hermana, y mandó al ama que criaba a Blancaflor que le diese tan buen recaudo como su propia hija fuese; y el ama así lo hizo, adolesciéndose de ella por el mucho amor que a su madre había tenido.

E cuando fueron pasados algunos días, mandó la reina que le trujesen a Flores y a Blancaflor, que los quería ver. E cuando la reino los vio, y vio que parescía el uno al otro, que esto era maravilla; y allegaron el uno al otro, y tomáronse de las manos y besáronse. E la reina fue maravillada de todo esto; pero hubo mucho placer que dos criaturas tan chicas se mostrasen tanto amor.

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