LOPE DE RUEDA Y LOS PASOS

Lope de Rueda nació en Sevilla, probablemente en la primera década del siglo XVI, entre 1505 y 1510, y murió en Córdoba, en 1565. Se crio en un entorno familiar modesto y sin excesivos recursos.

Gracias a un conocido apunte cervantino, sabemos que desempeñó en su juventud el oficio de batihoja —es decir, 'batidor de oro'—. Parece que su salto de orífice a actor teatral se produjo en fecha temprana. Recorrió incansablemente la geografía peninsular, cosechó elogios y se convirtió en una figura muy célebre en el mundo de la farándula del seiscientos. Fue actor, autor y director. Un auténtico hombre de teatro.





«El paso resulta, obligadamente, de corta duración. Esta brevedad temporal le priva de auténtico desarrollo argumental, dejándolo reducido a una mínima intriga o anécdota desenfadada, de carácter puramente verbal muchas veces: errores, torpezas, burlas, marrullerías, engaños, amenazas, humillaciones, etc.». 


«Introducción» de Fernando González Ollé a  los Pasos, Lope de Rueda, Fernando González Ollé y Vicente Tusón (ed.), Madrid, Cátedra, 1989, p. 24.




En 1567, ya fallecido Lope de Rueda, apareció en Valencia un volumen que reunía diversas obras del autor. A saber: Eufemia, Armelina, Los engañados, Medora, Camila y Timbria. En estas comedias y coloquios se hallan breves escenas cómicas autónomas, sin aparente vinculación con la obra mayor, y que poseen su propia línea argumental. Juan de Timoneda, impulsor de la edición, se percató de esto, y recogió una Tabla de los passos graciosos que se pueden sacar de las presentes comedias y colloquios y poner en otras obras. También en 1567, se editó El deleitoso, que incluía dos de los pasos más celebrados del dramaturgo: Las aceitunas La tierra de Jauja. Solo tres años después, ya en 1570, apareció el Registro de representantes, que reunía «muchos y graciosos passos de Lope de Rueda y otros diversos autores, assí de lacayos como de simples y de otras figuras», bajo los auspicios del escritor valenciano.

Los pasos buscaban la risa y el aplauso del público. Su base argumental era casi inexistente. Lo más meritorio se encuentra en el dominio de diálogo y en la creación de escenas con un inconfundible sabor folclórico y popular. 

En cuanto a los personajes, por la corta duración de los pasos, el elenco es forzosamente reducido. En términos generales, muestran un comportamiento estereotipado, sin excesivos matices psicológicos. Se presentan individuos de bajo nivel sociocultural: criados, campesinos, pajes, ladronzuelos, etc. Aunque en ciertas obras aparecen tipos de un estamento más elevado, el protagonismo es casi siempre asumido por los personajes de baja extracción social.

«En los pasos hallamos fundamentalmente personajes pertenecientes [...] al estamento más popular e incluso al mundo del hampa. Es cierto que también aparecen alguaciles, amos, un médico y un licenciado (abogado), pero su importancia en el desarrollo argumental es menor en comparación con el protagonismo que adquieren los tipos populares».

«Sociedad y personajes en los Pasos de Lope de Rueda», Begoña Leticia García Sierra CVC. Actas del VI Congreso de la AISO. Tomo I. María Luisa Lobato y Francisco Domínguez Matito. (cervantes.es)

Especial atención merece el simple. Se trata de un personaje vulgar y rústico que se expresa con impericia verbal y actúa guiado por instintos primarios, como la comida y el sueño. Es haragán, torpe e ignorante. Suele considerarse el antecedente natural del donaire del teatro áureo español. Como señala Fernando Gómez Oll, constituye la «figura clave de la comicidad de los pasos».
  



En Las aceitunas se muestra en escena la disputa conyugal entre Toruvio y su esposa Águeda de Toruégano por el precio de unas aceitunas. Su hija Mencigüela, en medio de la discusión, recibirá los golpes. Finalmente, su vecino Aloja actúa como juez sensato y les hace ver que el pleito es a todas luces ridículo. 

Las aceitunas

Paso

    PERSONAJES:

  • TORUVIO, simple, viejo.
  • ÁGUEDA DE TORUÉGANO, su mujer.
  • MENCIGÜELA, su hija.
  • ALOJA, vecino.

Calle de un lugar

TORUVIO.—  ¡Válame Dios, y qué tempestad ha hecho desde el resquebrajo del monte acá, que no parescía sino que el cielo se quería hundir y las nubes venir abajo! Pues decí agora qué os terná, aparejado de comer la señora de mi mujer, así mala rabia la mate. ¿Oíslo? Mochacha, Mencigüela. Si todos duermen en Zamora. Águeda de Toruégano, ¿oíslo?

MENCIGÜELA.-  ¡Jesús, padre! Y habeisnos de quebrar las puertas.

TORUVIO.—  Mira qué pico, mira qué pico; ¿y adónde está vuestra madre, señora?

MENCIGÜELA.—  Allá está en casa de la vecina, que le ha ido a ayudar a cocer unas madejillas.

TORUVIO.—  Malas madejillas vengan por ella y por vos: andad y llamalda.

ÁGUEDA.-  Ya, ya, el de los misterios: ya viene de hacer una negra carguilla de leña, que no hay quien se averigüe con él.

TORUVIO.—  Sí; carguilla de leña le parece a la señora; pero al cielo de Dios, que éramos yo y vuestro ahijado a cargala, y no podíamos.

ÁGUEDA.—  Ya, noramala sea, marido: ¡y qué mojado que venís!

TORUVIO.— Vengo hecho una sopa de agua. Mujer, por vida vuestra que me deis algo que cenar.

ÁGUEDA.—  ¿Yo qué diablos os tengo de dar, sino tengo cosa ninguna?

MENCIGÜELA.—  ¡Jesús, padre, y qué mojada que venía aquella leña!


👉Biografía de Lope de Rueda

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