GALAXIA CERVANTINA: «DESOCUPADO LECTOR», «EL ANTIGUO LEGISLADOR QUE LLAMAN VULGO», «EL CODO EN EL BUFETE» (PRÓLOGO A LA PRIMERA PARTE)

Un examen cuidadoso del prólogo a la primera parte del Quijote nos permite colegir que Cervantes quería desmarcarse del estilo pedantesco que caracterizaba a algunos prefacios de su tiempo, y ridiculizar, de paso, ciertas convenciones absurdas y manieristas que dictaba la moda. Con tal propósito crea nuestro ilustre escritor una ingeniosa parodia metaliteraria, un «prólogo sobre prólogos», un «metaprólogo» (Elias Rivers), que convendrá leer e interpretar en plena consonancia con el espíritu de revisión crítica —auténtica transgresión, en ocasiones— de los diversos géneros y formas discursivas renacentistas, rasgo que, además, singulariza una buena parte de su obra. Ya un cervantista ilustre como Jean Canavaggio aludió con justeza a la «subversión del prólogo como forma canónica». En ese mismo sentido, no hay que dejar de notar que Cervantes no se plantea la escritura del texto proemial como una suerte de ineludible trámite, sino, al contrario, ve en ello otra ocasión para poder satirizar la acidia creativa de sus contemporáneos. 


«Al orden de la naturaleza»

Se refiere el narrador aquí a las «leyes de la naturaleza».

«La cárcel» 

Cervantes dio con sus huesos en la cárcel de Castro del Río (Córdoba) en 1592 y en  la de Sevilla 1597 y, quizás, también en 1602. ¿Concibió allí su genial novela? Estudiosos clásicos, como Américo Castro o Salvador de Madariaga, se decantaban por una lectura metafórica: la cárcel aludiría, en sentido figurado, a la propia alma del escritor o al mundo.

«Padrastro»

Cervantes afirma ser padrastro de Quijote. La interpretación más común es asumir que la historia se presenta como veraz, recogida en los «anales de la Mancha», escrita por el inventado autor arábigo Cide Hamete Benengeli (cf. I, 9). He aquí otro de los elementos paródicos, de los muchos que encontraremos diseminados en la novela. Recordemos, por otra parte, que este artificio del manuscrito y la traducción fue profusamente empleado en los libros de caballerías. 

«Monda y desnuda, sin el ornato del prólogo»

Era muy común en aquel tiempo la inclusión de poemas elogiosos de la obra. Según el testimonio de Lope de Vega, recogido en una carta, Cervantes buscó sin éxito a algún escritor que asumiese esta tarea, pero sin hallar a nadie «tan necio que alabe don Quijote».

«En el silencio del olvido»

Cervantes tenía entonces la venerable edad de cincuenta y siete años. Su última obra publicada, La Galatea, había aparecido en 1585. Por ello, que se presente al lector como un escritor preterido, no parece ninguna exageración. 

El «amigo gracioso y bien entendido»

Emplea Cervantes un eficaz mecanismo de distanciamiento al desdoblarse en este amigo, que ejercerá como portavoz de sus ideas estéticas. Desarrolla una especie de diálogo renacentista, lleno de apuntes socarrones y pullas malintencionadas, con el propósito de poner en evidencia la erudición recargada. Indica Ángel Basanta que el amigo imaginario asume una múltiple función: «Hacer posible la reflexión sobre el prólogo mismo y sobre la obra desde perspectivas diferentes, criticar hábitos literarios de la época, aludir con intención satírica a figuras consagradas (Lope de Vega) y resolver al mismo tiempo el problema de escribir el prólogo». 

«Trapisonda»

Trapisonda, hoy Trebisonda, se encuentra en la costa de Turquía. Era un topónimo que aparecía en los libros de caballerías.

Latines y latinicos

Los latines incluidos en el prólogo contribuyen a enfatizar el carácter satírico de los consejos ofrecidos por el amigo imaginario. La citas, además, tampoco son fiables. Se atribuyen unos versos extraídos de los Tristia de Ovidio (s. I a. C.) a Catón. Sin duda, otra disimulada colleja a la petulancia: 

Donec eris felix, multos numerabis amicos.

Tempora si fuerint nubila, solus eris.

«Mientras seas feliz contarás muchos amigos; pero si los tiempos se nublan, estarás solo». 



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