¿Qué se hizo el rey don Juan?





XVI 

¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes de Aragón,
¿qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué fue de tanta invención
como traxieron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras,
¿fueron sino devaneos?
¿Qué fueron sino verduras
de las eras?

XVII

   ¿Qué se hicieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar?
¿Y aquellas ropas chapadas
que traían?



olores: 'perfumes'.
chapadas: 'hermosas, gentiles, gallardas".
cimeras: 'adornos que se colocaban sobre la pieza de la armadura que cubría la cabeza'.


Desarrolla Jorge Manrique en estas coplas (XVI-XVII) el manido tópico del Ubi sunt? ('¿dónde están?'), empleado por los autores latinos para llorar la desaparición de personajes ilustres y reflexionar sobre la voracidad destructora del tiempo. El empleo magistral de una serie de interrogaciones retóricas parece llevarnos a todos, como lectores sensibles y seres mortales, a tomar vívida conciencia de la inexorable caducidad de cuantos bienes materiales disponemos en este mundo. He aquí uno de los temas capitales que vertebran la composición: la fugacidad, la brevedad, el carácter efímero de nuestra aventura existencial. 

El poeta pregunta por reyes y nobles ya desaparecidos, evoca días fenecidos de gloria y esplendor. Y lo hace sin renunciar a ese tono solemne y sereno tan singular en las Coplas. Comentaba Pedro Salinas que «hay en estos 24 versos un temblor, un estremecimiento que los distingue y separa de todos los demás de la elegía, trémolo carnal, el temblor de la sensualidad, el temblor de los goces de los sentidos». 

Alude nuestro poeta a un tiempo dichoso de la corte de Juan II de Castilla (1406-1454), con grandes lujos caballerescos, concebido como una suerte de «paradigma del buen tiempo pasado» (Vicente Beltrán). A renglón seguido, menciona a los infantes de Aragón, hijos de Fernando de Antequera, tío y tutor del rey castellano Juan II y más tarde, rey de la corona de Aragón. 

Lo cierto es que nada falta ni sobra en las memorables sextillas. La enseñanza, el mensaje moral contenido es bien diáfano: tarde o temprano, la a edad a todos nos derrota, incluso a los poderosos y nobles. El estatus social o político y la riqueza no pervivirán con el paso de los años.  

ACLARACIONES  

La imagen de la «verdura de las eras» alude a la vegetación que crece en un terreno donde se trilla la mies y que, sin agua, no subsiste. Se trata, por tanto, de una sutil metáfora que viene a concentrar el carácter efímero de nuestro tránsito terrenal, y en la que se atisban, además, ciertas resonancias de pasajes bíblicos. En los Salmos, por ejemplo, podemos leer: «Los días del hombre son como la hierba; como la flor del campo así florece» (Sal 102, 15).

Las justas ('combates singulares entre caballeros') y los torneos ('los de tipo colectivo') representaban quehaceres típicamente cortesanos. El poeta, sin duda, hace referencia a la esplendorosa época de la caballería durante el reinado del ya mencionado Juan II. 


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