EL TESTIMONIO DE TANGUSA



Si en apariencia, aquel velero era realmente impresionante, pudiendo competir con las embarcaciones más modernas y fascinantes de la época, en su interior, tampoco decepcionaba, especialmente la cámara del lado de la popa, la cual, estaba provista de todo tipo de detalles. 

De hecho, en una de las salitas, la ubicada en la parte central, servía tanto de comedor como de sala de descanso, contando en su interior con librerías, mesas talladas y sillas con incrustaciones de nácar y oro; el suelo estaba cubierto por alfombras persas y las paredes con tapices indios y cortinas de seda rosa con bordados plateados. Era en definitiva, todo un despliegue de detalles hermosos e incluso de enorme suntuosidad, para un espacio cerrado y tan minúsculo, aunque sin embargo, dispensaba a la estancia de un ambiente grato y encantador. Del techo pendía una lámpara de Venecia, y en cuanto los objetos decorativos, se podían encontrar soberbias colecciones de armas de todos los países y otros objetos artísticos de indiscutible gusto.

                                                                                    EMILIO SALGARI, Los tigres de Malasia

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