CAMPO ABIERTO

Arthur Schnitzler (1862-1931) es considerado uno de los escritores judíos austriacos más relevantes y admirados de su generación. Fue un autor extraordinariamente prolífico y versátil, que cultivó con dispar fortuna diversos géneros, como el drama musical, la narración, el ensayo o la poesía. Dentro de este amplio corpus literario sobresalen sus relatos y novelas cortas, como La señorita Else, Morir, El teniente Gustl, El retorno de Casanova, Relato soñado o Apuesta al amanecer



Es Camino a campo abierto (1908) —también traducida al castellano con el título de En busca de horizontes— una vasta y sofisticada novela de aprendizaje, en la que Schnitlzer perfila un fresco del acomodado microcosmos cultural de la Viena de fin de siglo. De la mano del diletante barón Georg von Wergenthin, joven y talentoso compositor, pero sumido en un momento de crisis vital, nos adentraremos en los fascinantes cafés y salones de la Austria imperial. La cuidada descripción de tipos y ambientes, así como la aguda caracterización psicológica de los personajes —Sigmund Freud tuvo una influencia capital en su literatura—, entre otras virtudes formales, nos revelan a un novelista de gran modernidad.

La ventana del cuarto de Anna estaba abierta y, como la tarde pasada, los visillos recogidos se movían levemente al viento. Detrás estaba totalmente oscuro. Una agradable sensación de ternura lo invadió. De todas las personas que nunca le habían ocultado su inclinación, Anna le parecía la mejor y la más pura. También ella había sido la primera en mostrar cierta curiosidad por sus inquietudes artísticas, o, al menos, el suyo había sido un interés más sincero que el de Marianne, a la que se le caían las lágrimas siempre que él podía tocarle algo al piano; o más profundo, que el Else Ehrenberg, que solo se quería asegurar la orgullosa conciencia de haber sido la primera en haberse percatado de su talento...


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