LA DAMA DEL ALBA (FRAGMENTO)



DORINA.—¡Ya va Martín galopando camino de la sierra! 

FALÍN.—¡Es el mejor jinete a cien leguas! 

ANDRÉS.—Cuando yo sea mayor domaré potros como él. 

TELVA (Levantándose y recogiendo la labor).—Cuando seas mayor, Dios dirá. Pero mientras tanto, a la cama, que es tarde. Acostado se crece más de prisa.

ANDRÉS.—Es muy temprano. La señora, que ha visto tantas cosas, sabrá contar cuentos y romances. 

TELVA.—El de las sábanas blancas es el mejor. 

PEREGRINA.—Déjelos. Los niños son buenos amigos míos, y voy a estar poco tiempo

ANDRÉS.—¿Va a seguir viaje esta noche? Si tiene miedo, yo la acompañaré hasta la balsa.

PEREGRINA.—¡Tú! Eres muy pequeño todavía. 

ANDRÉS.—¿Y eso qué? Vale más un hombre pequeño que una mujer grande. El abuelo lo dice. 

TELVA.—¿Lo oye? Son de la piel de Barrabás. Deles, deles la mano y verá cómo pronto se toman el pie. ¡A la cama, he dicho! 

ABUELO.—Déjalos, Telva. Yo me quedaré con ellos,


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