LAS DANZAS DE LA MUERTE
La preocupación por la muerte fue un tema insoslayable en la creación literaria medieval, con pluralidad de matices y sensibilidades. Durante la Baja Edad Media, en los siglos XIV y XV, la concepción ascética tradicional, basada en la aceptación serena y resignada de la finitud, se ve desplazada paulatinamente por una visión más trágica, en la que no faltan expresiones de angustia o incluso auténtico espanto. Un claro reflejo de este cambio de mentalidad se aprecia en las famosas Danzas de la Muerte. En estas composiciones, La Muerte, personificada en un esqueleto, obligaba a los desdichados humanos a bailar una terrible e irónica danza con ella.
La Danza general de la muerte, de autor anónimo, es un poema datado a comienzos del siglo XV y representa el único testimonio conservado en nuestra tradición de este tipo género. Está formado por setenta y nueve coplas de arte mayor. Por él desfilan hasta treinta y tres personajes pertenecientes a variados grupos y estamentos sociales. Se trata de un poema dialogado, de escaso valor literario, en el que aparece la muerte en forma de alegoría, con una serie de rasgos caracterizadores, como el arco y la flecha, que emplea para acabar con sus pobres víctimas.
En el breve fragmento que hemos seleccionado, el lector reconocerá un manido tópico que hallamos también en Las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique: el poder igualador de la muerte (OMNIA MORS AEQUAT).
por mi non puede ser más esperado...
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