MIGUEL DELIBES: MUERTE, INFANCIA, NATURALEZA Y PRÓJIMO

 «Hay una serie de motivos o ambientes que se reiteran en mi producción: muerte, infancia, naturaleza y prójimo». 

(MIGUEL DELIBES)



MUERTE

Daniel, el Mochuelo, pasó la noche en vela, junto al muerto. Sentía que algo grande se velaba dentro de él y que en adelante nada sería como había sido. Él pensaba que Roque, el Moñigo, y Germán, el Tiñoso, se sentirían muy solos cuando él se fuera a la ciudad a progresar, y ahora resultaba que el que se sentía solo, espantosamente solo, era él, y sólo él. Algo se marchitó de repente muy dentro de su ser: quizá la fe en la perennidad de la infancia. Advirtió que todos acabarían muriendo, los viejos y los niños. Él nunca se paró a pensarlo y al hacerlo ahora, una sensación punzante y angustiosa casi le asfixiaba.  (El camino)



INFANCIA

Una vez me preguntaron por qué había tantos niños protagonistas en mis novelas. Mi respuesta fue sencilla. Para mí, el niño —dije— es un ser que encierra toda la gracia del mundo y tiene abiertas todas las posibilidades, es decir, puede serlo todo, mientras el hombre es un niño que ha perdido la gracia y ha reducido a una —el oficio que desempeña— sus posibilidades. Con esta respuesta quería dar a entender que para mí el niño, precisamente por la carga de misterio que arrastra, tiene mayor interés humano que el adulto.. (Mi mundo y el mundo)

NATURALEZA Y PRÓJIMO

Tal vez mi propensión a lo rural y la instintiva ternura en que acostumbro a envolver estos ambientes y sus pobladores puedan disculpar esta interpretación. Más tal afición y tal ternura pueden significar, antes que un reconocimiento a las virtudes del campo, un movimiento de piedad ante su abandono. Es decir, el campo, lo rural, está lleno de vicios, pero el campesino no es responsable de ello, en cambio, el vicio urbano es un vicio más consciente; un vicio no fraguado, salvo en ciertos estamentos, por la sordidez y la incultura, sino por el tedio y el refinamiento. (Obras completas)




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