LOS SANTOS INOCENTES: PACO

 



          ¿te lastimaste, Paco?

pero Paco, el Bajo, ni podía responder, que el golpe en el pecho le dejó como sin resuello y, tan sólo, se señalaba la pierna derecha con insistencia,

         ¡Ah, bueno, si no es más que eso…!,

decía el señorito Iván,

y trataba de ayudar a Paco, el Bajo, a ponerse de pie, pero Paco, el Bajo, cuando, al fin pudo articular palabra, dijo, recostado en el tronco de la encina,

          la pierna esta no me tiene, señorito Iván está como tonta,

y el señorito Iván,

          ¿que no te tiene? ¡anda!, no me seas aprensivo, Paco, si la dejas enfriar va a ser peor,

mas Paco, el Bajo, intentó dar un paso y cayó,

          no puedo, señorito, está mancada, yo mismo sentí cómo tronzaba el hueso,

y el señorito Iván,

          también es mariconada, coño y ¿quién va a amarrarme el cimbel ahora con la junta de torcaces que hay en las Planas?

y Paco, el Bajo, desde el suelo, sintiéndose íntimamente culpable, sugirió para aplacarle,


         tal vez el Quirce, mi muchacho, él es habilidoso, señorito Iván, un poco morugo pero puede servirle,


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