MIGUEL DELIBES: UN PEQUEÑO DICCIONARIO DE CITAS


MIGUEL DELIBES (1920-2010)



CASTILLA

«En mis novelas, en mi afán por abarcar la totalidad de la región donde he nacido y vivo, no podía desdeñar ninguna de sus expresiones paisajísticas, y si en El camino rindo un emocionado homenaje a la Montaña, al Valle de Iguña, donde están mis raíces familiares, en Las ratas, La hoja roja, Diario de un cazador, La mortaja y Viejas historias de Castilla la Vieja, retrato la desnudez, los campos yermos de Valladolid, Palencia y Zamora, al norte del río Duero; y, finalmente, en Las guerras de nuestros antepasados, El disputado voto del señor Cayo, Parábola del náufrago, Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo y Mis amigas las truchas, existen prolijas descripciones de la bronca comarca intermedia, el norte de León, Palencia, Burgos y Soria, tal vez la parte de Castilla menos exaltada literariamente, aunque no la menos bella, donde los ingentes plegamientos y sus peculiaridades vegetales, que preludian las tierras del norte, se conjugan con el clima extremoso y los cielos hondos y azules propios de Castilla llana».

«La escasa ilustración del hombre de campo en Castilla, sus condiciones de vida, siempre estrechas y, a menudo, insuficientes, le hicieron caer, desde antiguo, bajo la arbitrariedad del cacique. En Castilla la Vieja, tierra de minifundios, se ha ido debilitando, sin embargo, la institución caciquil, en el último medio siglo, hasta desaparecer del todo en no pocas circunscripciones. Mas el bracero, el modesto colono, el aparcero, siguen alentando bajo un vago sentimiento de desamparo, de temor, que los inclinan a situarse espontáneamente bajo la protección del poderoso o del que consideran tal».

CÁTEDRA

«Por entonces, ya tenía a medias la preparación para la cátedra de Derecho Mercantil. A los dos años de estar en el periódico, oposité a esa cátedra […] y me concedieron la plaza en Valladolid, en la Escuela de Comercio, de manera que pude simultanear las dos actividades: la de periodista en El Norte de Castilla y la de catedrático en la Escuela de Comercio».

CAZA

«Más que un escritor que cazasoy un cazador que escribe».

«¿Qué puedo yo decir sobre la caza que no haya dicho antes? En estas circunstancias, uno acaba, como casi siempre, agarrándose al famoso prólogo del maestro, repitiendo aquello de que la caza torna paleolítico al hombre civilizado y le procura unas vacaciones de humanidad. Porque esto que el señor Ortega dijo hace exactamente cuarenta años, cuando aún el corsé de la civilización no nos oprimía tanto, se va acreditando a cada año que pasa. Ahora bien, siendo esto verdad, ¿es toda la verdad? Al salir al campo cada domingo, ¿procuramos solamente sentirnos paleolíticos por unas horas? Yo creo que a esto habría que añadir un matiz sustancial. El hombre-cazador o el hombre-pescador, que tanto monta, sale al campo, no solo a darse un baño de primitivismo, sino también a competir, a comprobar si sus reflejos, sus músculos y sus nervios están a punto, y para ello, nada como cotejarlos con los reflejos, los músculos y los nervios de animales tan difidentes y escurridizos como pueden serlo una trucha o una perdiz». 

«Lo que hay que preguntarse entonces no es si la caza es cruel o no lo es, sino qué procedimientos de caza son admisibles y qué otros no lo son. Si la caza sirve para el hombre, para su desarrollo y plenitud, o no sirve. Y el hecho de que en el país se expidan anualmente un millón de licencias, invita a pensar que sí. No se me escapa que dentro de este millón existen no pocos pirotécnicos —su objetivo es quemar pólvora en salvas— y otros que ven en la caza, en algunas manifestaciones aristocráticas de la caza, una actividad adecuada para acabar de perfilar su imagen. Mas, esto aparte, si la afición a la caza aumenta y aceptamos que se trata de un ejercicio adecuado para aliviar la tensión, individual y social, apoyemos este deporte, democraticémoslo, demos entrada en él a los más posibles. ¿Cómo? ¿Aboliendo los cotos? He aquí otro problema y no baladí ni inoportuno. El ideal de la caza sería, sin duda, el de hombre libre, en tierra libre, sobre pieza libre. Mas tal cosa, a estas alturas de civilización, ya no es posible».  

CENSURA

«En cierto modo Las ratas y Viejas historias de Castilla la Vieja son la consecuencia inmediata de mi amordazamiento como periodista. Es decir, que cuando a mí no me dejan hablar en los periódicos, hablo en las novelas. La salida del artista estriba en cambiar de instrumento cada vez que el primero desafina a juicio de la administración».

«La censura de prensa, más cernida y dura que la literaria, me prohibió en 1961 una campaña en favor del campo castellano, sumido en el desamparo y la pobreza. Un día, caminando por tierras segovianas, sorprendí a un hombre que cazaba ratas en un arroyo para vendérselas a sus convecinos para su sustento. Este hombre me pareció un símbolo de la Castilla de entonces y lo erigí en el protagonista de mi novela —que escribí para resarcirme de la campaña de prensa que no pude hacer— colocando a su lado a un niño sabio y generoso, el Nini, que bien pudiera representar el espíritu de Castilla, rico y esperanzado, en dramático contraste con su miseria material».

CINCO HORAS CON MARIO (1966)

«Yo daría lo que fuese porque tú fumases rubio, Mario, que te parecerá una tontería, o por lo menos emboquillado, hace otra cosa, y no ese tabaco tuyo, hijo, que ya no se ve por el mundo, nunca he podido con él, que cada vez que en una reunión te pones a liar uno, me enfermo, como lo oyes, que luego ese olor, a pajas o qué sé yo, a saber qué gusto puedes sacarle a esa bazofia, que si siquiera fuese elegante o así, vaya, pero liar un cigarro, lo que se dice liarlo, ya no se ve más que a los patanes, ni los hijos de las porteras, si me apuras, que te queman la ropa y te pones hecho un asco, como yo digo. Claro que dirás tú que a ti la ropa qué, que esa es otra, que nunca te dio por ahí, que me has hecho pasar unos apuros que ni imaginas, hijo, siempre hecho un adán, que yo no sé qué arte te das que a los dos días de estrenar un traje ya está para la basura, que ni sé cómo me enamoré de ti, francamente, que el traje marrón aquel, el de las rayitas, me horrorizaba, que yo me hacía ilusiones de cambiarte, pero ya, ya, genio y figura, a esa edad ya se sabe, romanticismo pero ni tanto ni tan calvo, Mario, calamidad, que bien poca suerte he tenido contigo en este aspecto, que me has hecho sufrir más que otro poco». 

DIARIO DE UN CAZADOR (1955)

«El monte de Villalba no tiene más inconveniente que el de ser del común, y ya se sabe lo que ocurre en este país con las cosas que son del común. Así y todo hay liebre en cantidad. Es un monte grande y cerrado y la caza se defiende bien. Zacarías había avisado a un primo suyo y nos esperaba a la entrada del pueblo con el camión del panadero. Hemos cazado de ojeo. Melecio llevó al Mele a pesar de que el tiempo está de helada. El chavea estaba negro y confundía las perdices con las urracas. Dimos tres ganchitos de salida y caímos dos liebres, dos perdices y una torcaz. Una de las liebres era un macho como un perro. Íbamos por el cuarto ojeo cuando apareció el jurado. El primo de Zacarías y su amigo escondieron las escopetas en un chaparro, pero al Pepe lo pilló in fraganti. El Pepe nunca lleva en regla los papeles. No tiene guía, ni permiso de armas y la licencia es del 44».

DIARIO DE UN EMIGRANTE (1958)

«Únicamente he salido de Castilla para hacer una novela, Diario de un emigrante. Aunque, en realidad, también tiene una motivación castellana: el protagonista es un castellano que va a América del Sur y experimenta el choque de su sensibilidad y sus costumbres con la sensibilidad y las costumbres que allí observa. De manera que Castilla, como fondo, está en todas mis novelas».

EL CAMINO (1950)

«Pero a Daniel, el Mochuelo, le bullían muchas dudas en la cabeza a este respecto. Él creía saber cuanto puede saber un hombre. Leía de corrido, escribía para entenderse y conocía y sabía aplicar las cuatro reglas. Bien mirado, pocas cosas más cabían en un cerebro normalmente desarrollado. No obstante, en la ciudad, los estudios de Bachillerato constaban, según decían, de siete años y, después los estudios superiores, en la Universidad, de otros tantos años, por lo menos. ¿Podría existir algo en el mundo cuyo conocimiento exigiera catorce años de esfuerzo, tres más de los que ahora contaba Daniel? Seguramente, en la ciudad se pierde mucho el tiempo —pensaba el Mochuelo— y, a fin de cuentas, habrá quién, al cabo de catorce años de estudio no acierte a distinguir un rendajo de un jilguero o una boñiga de un cagajón. La vida era así de rara, absurda y caprichosa».

https://www.rtve.es/play/audios/el-camino/

ÉTICA

«Mi vida de escritor no sería como es si no se apoyase en un fondo moral inalterable. Ética y estética se han dado la mano en todos los aspectos de mi vida».

GUERRA CIVIL

«Mi juventud se vio amargada por el más terrible de los acontecimientos que han ocurrido en España en los últimos cincuenta años; es decir, por la Guerra Civil. Yo no tenía más que quince años. Era un niño ya mayorcito cuando estalló, pero aquella guerra se prolongaba… y como no quería que me alistaran, tuve que alistarme yo. Hube de anticiparme para poder elegir “arma”. De esta forma pude ir con mis amigos a la Marina».

INFANCIA

«Con el Nini intenté, por un lado, un contrapunto de la vida tremenda del medio rural castellano. Le di una elevación espiritual por encima del resto de sus convecinos. Por otro lado, trato de simbolizar con él las dificultades que encuentra en un pueblo un ser inteligente para realizarse. Por último, el Nini es una especie de conciencia social. Algunos me han llamado reaccionario porque este niño se niega a salir de su medio; como el niño de El camino se niega a estudiar, a marchar del pueblo. Yo lo que pretendo es decir que hay personas con vocación de ruralismo y no hay por qué oponerse a ello. Otra cosa es que, dada la situación actual, no sean aconsejables estos medios. Hay gente que se ve forzada a emigrar cuando les gusta la vida del pueblo. ¿Qué se les ofrece a cambio? Lo que habría que conseguir, por lo que hay que luchar, es para que las condiciones de vida en el campo no sean míseras, sino humanas, que para disfrutar de un desarrollo cultural y un bienestar material no sea preciso marchar del campo».

LORENZO

«Yo pensaba continuar con Lorenzo y a lo mejor lo hago algún día. A mí me gustaría mucho que Lorenzo, el Cazador, fuese envejeciendo conmigo. Es un tipo con el que me he encariñado. Pero en esto, aunque la gente crea otra cosa, no mando yo». 

MUERTE

«De pequeño me turbó la idea de que mi padre se muriera y me dejara solo».

«Al palpar la cercanía de la muerte, vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales».

NATURALEZA

«Habréis observado que los pájaros, bestezuelas por las que siento una especial predilección, se erigen a menudo en personajes de mis libros. Diario de un cazador está lleno de perdices, codornices, patos, tórtolas y palomas. Viejas historias de Castilla la Vieja, de avutardas, grajos y abejarucos. El gran duque es pieza esencial de El camino como la picaza lo es de La hoja roja. Las águilas, los cernícalos y los camachuelos forman el entorno del pequeño Nini en Las ratas… Finalmente, en mis dos últimas novelas, El disputado voto del señor Cayo y Los santos inocentes, intervienen también tres pájaros que juegan papeles fundamentales: el cuco y las grajillas en la primera, y estas y el cárabo en la segunda. De los tres me he servido para componer el libro que ahora tenéis entre manos, no un libro de cuentos ni de historias inventadas, sino un libro de historias auténticas, vividas por mí y de las cuales son aquellos pájaros verdaderos protagonistas. Espero que su lectura no os deje indiferentes, antes bien sirva para acrecentar vuestro amor y vuestro interés por la Naturaleza».

NOVELISTA

«A mi juicio, el novelista auténtico se nutre de la observación y la invención tanto como de sí mismo. El novelista auténtico tiene dentro de sí, no un personaje, sino cientos de personajes. De aquí que lo primero que el novelista debe observar es su propio interior. En este sentido, toda novela, todo protagonista de novela, lleva en sí mucho de la vida del autor. Vivir es un constante determinarse entre diversas alternativas. Mas, ante las cuartillas vírgenes, el novelista debe tener la imaginación suficiente para recular y rehacer su vida conforme otro itinerario que anteriormente desdeñó. Imaginativamente puede, pues, recrearse. Por aquí concluiremos que por encima de la potencia inventiva y del don de observación, debe contar el novelista con la facultad de desdoblamiento: no soy así pero pude ser así. Dar testimonio, en una palabra, no solo de lo que le ha ocurrido, sino de lo que podría haberle ocurrido en cada caso y cada circunstancia».

NOVELA

«Cada novela requiere una técnica y un estilo. No puede narrarse de la misma manera el problema de un pueblo en la agonía (Las ratas), que el problema de un hombre acosado por la mediocridad y la estulticia (Cinco horas con Mario). El primer quehacer del novelista, una vez elegido el tema es, pues, acertar con la fórmula, y el segundo, coger el tono [...]. Resueltos estos problemas, la temperatura de creación —que algunos llamaron musa, e inspiración otros— no puede negársenos. En ese momento han de entrar en juego los recursos selectivos del novelista para eliminar lo accesorio. Quiero decir que una vez en posesión de la fórmula (técnica) y cogido el tono (estilo), lo difícil no es hacer una novela larga, una novela río, sino decir lo que queremos decir con el menor número de palabras posible».

OÍDO

«Hay escritores que escriben con los ojos, otros con la nariz y otros, como me ocurre a mí, que escriben preferentemente con los oídos. Yo, cuando salgo a la calle, salgo con la antena puesta. Con la misma disposición subo a un tren o a un autobús. Los dichos populares se me pegan fácilmente, aunque su gracia antes que en las palabras suele estar en la construcción. Las mismas tertulias de señoras burguesas constituyen para mí hallazgos de enorme riqueza lingüística. De este manantial salió, por ejemplo, Cinco horas con Mario».

PALABRA

«¿Cuántos son los vocablos relacionados con la naturaleza, que, ahora mismo, ya han caído en desuso y que, dentro de muy pocos años, no significarán nada para nadie y se transformarán en puras palabras enterradas en los diccionarios e ininteligibles para el Homo tecnologicus? Me temo que muchas de mis propias palabras, de las palabras que yo utilizo en mis novelas de ambiente rural, como aricar, agostero, escardar, celemín, soldada, helada negra, alcor, por no citar más que unas cuantas, van a necesitar muy pronto de notas aclaratorias como si estuviesen escritas en un idioma arcaico y esotérico, cuando simplemente han tratado de traslucir la vida de la Naturaleza y de los hombres que en ella viven, y designar al paisaje, a los animales y a las plantas por sus nombres auténticos.»

PARÁBOLA DEL NÁUFRAGO (1969)

«Jacinto no es obcecado ni indiferente. Con sus jefes se muestra respetuoso, quizá por un sentimiento innato de sumisión, quizá porque el contexto histórico-social (como dice César Fuentes con su vocecita de castrado) no se presta a otra cosa, quizá porque la insumisión (piensa Jacinto) es generadora de discordias, quizá, en fin, porque es tímido (Jacinto) y su sola presencia (la del jefe) le amedrenta. En cualquier caso, es un funcionario respetuoso y responsable y cuando Darío Esteban, el celador, acodado en el balaustre de su minarete de palo campeche, en el centro de la gran sala circular, enfoca los prismáticos hacia sus subordinados, rara vez se detiene en él (Jacinto) porque sabe, sin duda (Darío Esteban), que Jacinto es un funcionario escrupuloso».

PERIODISMO

«El periodismo ha sido mi escuela de narrador. Al periodismo nací hace ahora cuarenta años y a través de El Norte de Castilla y de mis colaboraciones esporádicas en diarios y revistas he permanecido vinculado a lo largo de cuatro décadas».

«Me fue muy útil el ejercicio del periodismo provinciano, porque en él tienes que hacer de todo. Solté la pluma. Y, sobre todo, aprendí algo fundamental: decir mucho en poco espacio».

PERSONAJES

«Yo doy a mis personajes  un lugar preponderante entre todos los elementos que se conjugan en una novela. Unos personajes que vivan de verdad relegan, hasta diluir su importancia, la arquitectura novelesca, hacen del estilo un vehículo expositivo cuya existencia apenas se percibe y pueden hacer verosímil el más absurdo de los argumentos».

PROGRESO

«Porque si la aventura del progreso, tal como hasta el día la hemos entendido, ha de traducirse inexorablemente, en un aumento de la violencia y la incomunicación; de la autocracia y la desconfianza; de la injusticia y la prostitución de la naturaleza; del sentimiento competitivo y del refinamiento de la tortura; de la explotación del hombre por el hombre y la exaltación del dinero, en ese caso, yo, gritaría ahora mismo, con el protagonista de una conocida canción americana: "¡Que paren la Tierra, quiero apearme!»

SEÑORA DE ROJO SOBRE FONDO GRIS (1991)

«Nos bastaba mirarnos y sabernos. Nada importaba los silencios, el tedio de las primeras horas de la tarde. Estábamos juntos, era suficiente. Cuando ella se fue, todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabra, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad».

TEMAS 

«Hay una serie de motivos o ambientes que se reiteran en mi producción: muerte, infancia, naturaleza y prójimo».



REFERENCIAS Y ENLACES INTERESANTES




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