EL DILEMA MORAL DEL MANDARÍN: ¿DEBEMOS TOCAR LA CAMPANILLA?

No fundo da China existe um mandarim mais rico que todos os reis de que a fábula ou a história contam. Dele nada conheces, nem o nome, nem o semblante, nem a seda de que se veste. Para que tu herdes os seus cabedais infindáveis, basta que toques essa campainha, posta a teu lado, sobre um livro. Ele soltará apenas um suspiro, nesses confins da Mongólia. Será então um cadáver: e tu verás a teus pés mais ouro do que pode sonhar a ambição de um avaro. Tu, que me lês e és um homem mortal, tocarás tu a campainha?


En el lugar más remoto de China existe un mandarín más rico que todos los reyes que las fábulas o las historias nos cuentan. Nada sabes de él, ni su nombre, ni su rostro, ni la seda con la que se viste. Para que puedas heredar su inagotables caudales basta con que toques esta campanilla, colocada a tu lado, sobre un libro. Él  solo exhalará un suspiro, en los confines de Mongolia. Entonces será un cadáver. Y tú, verás a tus pies más oro del que puede soñar la ambición de un avaro. Tú, que me lees y eres hombres mortal, ¿tocarás la campanilla?




Acabas de leer un pasaje muy conocido y citado de la novela corta El mandarín, escrita por José María Eça de Queirós (1845-1900), el autor más ilustre y destacado del movimiento realista portugués durante la segunda mitad del siglo XIX. Nació en Povoa do Varzim, localidad situada al norte de Portugal. Después de licenciarse en Derecho por la Universidad de Coímbra, donde conoció a otros brillantes escritores de la época, como Antero de Quental o Teófilo Braga, ingresó en el cuerpo diplomático. Su temperamento aventurero y cosmopolita le permitió conocer de primera mano las principales tendencias artísticas y corrientes renovadoras. Vivió temporalmente en Cuba e Inglaterra. Más tarde, fue nombrado cónsul y se instaló ya definitivamente en París, donde residió hasta su muerte. 

Hoy releemos con placer novelas como El crimen del padre Amaro, Los Maia o El primo Basilio, ya clásicos indiscutibles de las letras portuguesas. La sátira de la sociedad burguesa, vista siempre desde un prisma inconformista, crítico y liberal, su singular talento para la descripción de personajes, tipos y costumbres o el humor vitriólico y la ironía explican su posición como monarca de la literatura lusitana.

El mandarín (1880), rara avis en la producción narrativa del autor, parece una curiosa fábula moral sobre la codicia y el arrepentimiento, sobre el poder corruptor del dinero y las argucias del diablo, que siempre tienta a los espíritus candorosos. 

Teodoro, gris y apocado funcionario, es el protagonista de esa peculiar historia de vagas resonancias fáusticas. En el rastro de la Ladra compra por azar un libro donde se recoge el conocido pasaje. Teodoro, tentado por el diablo, sucumbe y decide tocar la campanilla, enriquecerse y vivir una existencia de derroche y frivolidad, en la que no faltan concesiones a la lujuria. Pero, como algún lector ya habrá anticipado, pronto aparecerán los remordimientos. Teodoro ha acabado con la vida de un desdichado e inocente ser humano. Hostigado por la culpa, emprende un viaje a la exótica China para salvar de la pobreza a la familia de ese misterioso mandarín, que se llama, por cierto, Ti Chin-Fu. 


0:31 / 23:55 Audiolivro - "O Mandarim" (Parte 1 de 8) de Eça de Queiroz (Português Europeu - Portugal)


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