LA LOCURA DE LICURGO
Licurgo, rey de los edones, pueblo de Tracia, hijo de Driante y padre de un hijo del mismo nombre, se opuso al culto del dios Dioniso, cuyas ménades fueron hostigadas en el monte Nisa. El dios se refugió en las profundidades del mar con Tetis. Luego, el altivo rey fue severamente castigado: enloqueció y mató a su hijo de un hachazo al confundirlo con una vid. Las tierras se volvieron estériles y un oráculo anunció que solo la muerte del Licurgo restauraría la fertilidad. Por ello, este fue conducido al monte Pangeo donde murió destrozado por caballos salvajes. Esquilo, el primero de los grandes trágicos griegos, abordó este tema en una trilogía llamada Licurgía.
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