Fallece el divulgador científico Eduard Punset

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Según ha informado su familia a través de Twitter, ha muerto a los 82 años de edad, después de una larga enfermedad.

Hemos perdido a Eduard Punset, el más carismático y admirado divulgador científico de nuestro país. ¿Quién no recuerda el mítico programa Redes? ¿Quién no ha sucumbido en horas intempestivas a algunos de sus subyugantes monográficos sobre los más variados temas de orden científico?  En casi veinte años, desfilaron por su programa filósofos, matemáticos, paleontólogos, físicos cuánticos, etc. 

Punset abrió la ventana del saber a muchos españoles, a los que seducía y encandilaba con aquella mirada atenta, chispeante, rebosante de curiosidad e inteligencia. Ayudado de los grandes sabios de nuestro tiempo, abordó las preguntas universales, los grandes misterios de la humanidad, las cuestiones más candentes en el campo de la biotecnología, la física… Atesoraba las principales virtudes que hacen atractivo al buen divulgador: una apariencia física peculiar, con ese peinado indisciplinado y anárquico que emulaba sin duda a Albert Einstein; contaba también su elegancia, sus indudables dotes como comunicador y, quizás su baza más valiosa, una inagotable pasión por el conocimiento.

En los últimos años, Eduard Punset se había convertido en un icono pop —muchos conocerán un grupo indie llamado Los Punsetes—. Pero este retrato corresponde solo al último Eduard Punset, al proteico animal catódico de los últimos años, el entusiasta apóstol del saber, que escribía prolíficamente sobre el mundo de las emociones y los más variados asuntos de la  la divulgación científica… No es posible glosar en un puñado de líneas todos los vericuetos de su vida, fecundísima e hiperactiva, aunque es obligado dejar constancia de una brillante trayectoria con muchos meandros y algunas polémicas. Cierto es que no le faltaron detractores y furibundos críticos, que cuestionaron muchos de sus planteamientos y la falta de rigor que se atisbaba en ciertas publicaciones, además de sus controvertidos coqueteos con el mundo de la autoayuda y la pseudociencia. 

En su juventud, encarnó el estereotipo cultural entonces más en boga: al estudiante utópico, contestatario con el poder y soñador revolucionario, cuando llegaría a ser activo militante del Partido Comunista. Luego, asumidos postulados políticos más moderados, fue efímero ministro de la extinta UCD, ya en trance de descomposición interna. Trabajó como redactor de la BBC, director económico de la edición para América Latina del semanario The Economist, entre otras muchas ocupaciones.

Dentro de su vasta producción, podemos mencionar títulos como La España interna, El viaje a la felicidad: las nuevas claves científicas, El viaje al poder de la mente: los enigmas más fascinantes de nuestro cerebro y del mundo de las emociones,Manual para sobrevivir en el siglo XXI… 

Esta carrera fue merecedora de ilustres premios, como el de la Asociación Española de Científicos (2011) o el Jaume I de la Generalitat Valenciana, la Creu de Sant Jordi de la Generalitat catalana (2011) el Premio Ciudad de Alcalá de las Artes y las Letras (2012).

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